Lo primero que perdimos, fue lo último que habíamos ganado; el reflejo de cristal de una idea de anhelos que quisimos llamar libertad.
Pero apenas la tuvimos, y ya se nos había ido de las manos, o nos la habían quitado.
Después, con las prisas, perdimos también la paciencia esperando un algo que nunca llegó a llegar.
Luego fue la esperanza, que sería lo último –decían, que perderíamos.
También la perdimos.
Aún no sé si fue un fallo nuestro, o la simple rebeldía del amor.
Pero se fue. A tomar por culo.
Creo que lo único que nos quedan son los modales y podemos perderlos.
Quizá así cuando nos vean morder se arrepientan de no haber atendido a nuestros ladridos.
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